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Los agricultores luchan en Argentina mientras la sequía marchita sus cultivos

URQUIZA, Argentina (AP) — El suelo cruje cuando Guillermo Cuitino camina por tierras de cultivo secas que deberían ser verdes y exuberantes en esta época del año. Agarra una planta de soya y fácilmente desintegra sus hojas con sus manos.

“La sequía de este año fue extrema”, dijo esta semana el ingeniero agrónomo en la finca donde trabaja en Urquiza, localidad a unos 230 kilómetros (143 millas) de la capital argentina.

Cuitino normalmente tiene la política de no caminar sobre tierras cultivadas, pero ahora todo está tan seco que no hay absolutamente nada que dañar, ni siquiera crece la maleza.

Esa escena se repite en las fincas de toda Argentina, donde la cosecha debería estar en pleno apogeo pero los meses de clima seco la arruinaron. Los agricultores se esfuerzan por llegar a fin de mes, y una fuerte caída en los ingresos esperados de los productos agrícolas exportados asestará un duro golpe a la tambaleante economía argentina.

“Esta sequía no tiene precedentes”, dijo el agricultor Martín Sturla, parado en medio de sus campos polvorientos en las cercanías de San Antonio de Areco. “Es dantesco. Nadie ha visto algo así”.

La situación es particularmente grave porque Argentina ya había estado sufriendo dos años de clima inusualmente seco.

“Los últimos dos años fueron malos, pero siempre tuvimos algunos eventos de lluvia que nos permitieron salir adelante”, dijo Cuitino.

Incluso los expertos tienen problemas para aceptar la crisis.

“No hay palabras para describir el impacto de una campaña marcada por récords históricos: déficit de precipitaciones por tercer año consecutivo en verano, olas de calor persistentes hasta bien entrado marzo y heladas agrícolas hasta octubre de 2022 y a partir de febrero de 2023”, dice un informe reciente de la Bolsa de Comercio de Rosario que ha recortado drásticamente las estimaciones para la cosecha de este año.

“Los cultivos, los animales y los recursos naturales han visto deteriorarse sus condiciones semana tras semana, dejándonos en la víspera del invierno con una tormenta de pérdidas”, dijo.

En su último informe semanal, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires señaló que la producción de soja de este año rondaría los 25 millones de toneladas, un 44% menos que el promedio de los últimos cinco ciclos. Mientras tanto, la producción total de trigo se pronostica en 36 millones de toneladas, una caída del 31% con respecto al año anterior.

Osvaldo Bo lo ha visto de primera mano en su finca en Urquiza.

“Perdimos el 90 %”, dijo Bo mientras mostraba un campo de maíz seco. “Nunca había visto una sequía como esta, porque ha habido sequías donde no había soja, grano, pero sí trigo y maíz. Pero ahora, todas las cosechas se perdieron”.

Teniendo en cuenta la cosecha de soja, trigo y maíz, que representan el 87% de la producción de granos de Argentina, las pérdidas alcanzarán un estimado de $14.140 millones, según la Bolsa de Comercio de Rosario. El Consorcio Regional de Experimentación Agrícola dijo en un informe reciente que la condición actual generará pérdidas por exportaciones de casi $20.500 millones.

Aunque muchos se apresuraron a atribuir la sequía al calentamiento global, los expertos dijeron que no era tan simple.

“No tenemos evidencia de que sea el cambio climático por ahora”, dijo Anna Sörensson, investigadora de cambio climático en el instituto de investigación CONICET financiado con fondos públicos. “Al contrario, vemos que las precipitaciones han aumentado debido al cambio climático”.

Agregó que existe “gran certeza” que la sequía actual fue generada por la condición climática conocida como La Niña, que implica un enfriamiento del Pacífico central que provoca cambios en el clima en todo el mundo. El fenómeno duró mucho más de lo normal esta vez.

Incluso si no es directamente responsable de la sequía, el cambio climático aún juega un papel, dijo.

“Lo que sucede debido al cambio climático es que las olas de calor se vuelven más frecuentes y más severas”, dijo Sorensson. Eso significa que “el suelo se seca más rápido”, dijo.

Argentina ha sufrido el verano más caluroso desde 1961, según el Servicio Meteorológico Nacional del país. En la capital, Buenos Aires, los residentes soportaron el verano más caluroso desde que comenzaron los registros en 1906.

Los agricultores están tratando de descubrir cómo seguir adelante.

“Ya hice un par de proyecciones y no tengo dinero para pagar las facturas del año para volver a sembrar”, dijo Jorge Bianciotto, quien administra la finca donde trabaja Cuitino.

“Hemos perdido mucho capital de trabajo y entonces lo que estoy haciendo es tratar de buscar financiamiento para cubrir el agujero financiero que tengo pidiendo crédito con la esperanza de que el próximo año sea mejor”, dijo Bianciotto. “Uno siempre cree que lo que viene es mejor que lo que pasó”.

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El periodista de Associated Press Daniel Politi en Buenos Aires contribuyó a este despacho.