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El Reino Unido podría perder más de un tercio de sus emblemáticas tiendas de fish and chips

Los golpes de La invasión rusa de Ucrania siguen resonando en varias partes de la economía, el comercio y la política del mundo, y el último objetivo, aparentemente aleatorio, de este conflicto golpea cerca y en el corazón de los británicos de todo el mundo: el destino de las tiendas de pescado y patatas fritas del Reino Unido.

La cadena mundial de suministro de alimentos ya se ha enfrentado a un gran número de obstáculos en los últimos años y meses, con la escasez de mano de obra, el cambio climático y los recientes contratiempos comerciales, que han hecho que los precios se disparen y que aumente la escasez de ingredientes. Cuando Rusia comenzó su invasión de Ucrania, sancionada a nivel mundial, se disparó la alarma en los países que dependían de las importaciones de la nación de Europa del Este. Esto incluía harina, aceite de girasol y más.

A medida que el conflicto ha ido evolucionando y las presiones medioambientales han seguido apretando, ha surgido una tormenta perfecta que podría llevar a muchas de las tiendas que llevan mucho tiempo luchando al borde del abismo, como informa Politico.

El presidente de la Federación Nacional de Pescadores había estimado antes del comienzo de la invasión rusa de Ucrania que hasta un tercio de los comercios del Reino Unido podrían cerrar debido a la escasez de suministros y de mano de obra, además del aumento de los impuestos. Sin embargo, se le citó en el citado artículo de Politico diciendo que la cifra sería probablemente mayor, dadas las nuevas limitaciones introducidas por el conflicto geopolítico que parece no tener fin a la vista.

Las dificultades comienzan desde el principio con el proceso de elaboración del emblemático plato, que consiste en pescado frito, “patatas fritas” (papas fritas para los incultos) y guisantes.

Para empezar, los suministros de aceite vegetal en el mundo ya están sometidos a una presión que no hará más que aumentar. La escasez de pescado blanco, la escasez de miga de pan e incluso la escasez de energía para cocinar el propio plato suponen un problema para las pequeñas empresas de COVID, sin intención de hacer un juego de palabras.

Lo que sigue ahora será una cuestión de adaptación: entre los muchos nuevos retos que se presentan, ¿encontrarán los proveedores de este plato clásico una forma de evolucionar con los tiempos? ¿O se verán obligados a cerrar sus puertas, perdiendo definitivamente estas delicias envueltas en papel de periódico?