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Reseña: La novela policíaca de corte duro se enfrenta a los problemas de hoy en día

Esta imagen de portada publicada por Poison Pen Press muestra “And There He Kept Her” de Joshua Moehling. (Poison Pen Press vía AP)

Esta imagen de portada publicada por Poison Pen Press muestra “And There He Kept Her” de Joshua Moehling. (Poison Pen Press vía AP)

“And There He Kept Her” de Joshua Moehling (Poison Pen Press)

Jesse, de 17 años, entra en una casa en Sandy Lake, Minnesota. Jenny, su novia, aparece para detenerlo. Pero lo que ninguno de los dos preveía era que el dueño, Emmett, los atrapara.

El apasionante debut de Joshua Moehling, “Y allí la tuvo”, gana velocidad de forma constante después de que se denuncie la desaparición de Jesse y Jenny. La lenta marcha se convierte en dos trenes que se aceleran mutuamente a medida que el libro cambia entre Emmett, que mantiene cautiva a Jenny, y Packard, el sheriff en funciones que intenta encontrar a los dos adolescentes desaparecidos. Cuando la historia llega a su conclusión, la nube de polvo que deja a su paso promete una secuela.

Mientras Packard se consume con este nuevo caso, también hace malabares con los problemas del pueblo -vecinos enfrentados y delitos de drogas de poca monta- y los fantasmas de su propio pasado. Hay un esqueleto en su armario que está decidido a mantener en secreto, pero un pueblo tan pequeño como Sandy Lake no deja pasar muchas cosas.

Emmett, en cambio, parece haber mantenido sus demonios a raya, volando completamente bajo el radar de la ley y del pequeño pueblo del Medio Oeste. La mazmorra improvisada en su sótano revela que no es un simple anciano inocente víctima de robos. Jenny tiene que desenterrar algún tipo de humanidad en Emmett si quiere sobrevivir, y el reloj corre a medida que su suministro de insulina se agota.

Los personajes de Moehling son más que tridimensionales. Tienen un aspecto, un sonido, un olor y un pensamiento únicos. A pesar de que hay más de una docena de actores clave que aparecen a lo largo de “Y allí la tuvo”, su profundidad hace que cada uno sea memorable. Son moralmente ambiguos, y cada uno de ellos tiene una razón para ser quien es y lo que es. Todos cometen errores, tienen un secreto, trabajan por un objetivo. Sus conexiones entre sí y con el pueblo son innegables, incluso cuando son escasas.

“Y allí la tuvo” se desarrolla como algo televisivo, pareciéndose a “Yellowstone” en su entorno de pueblo pequeño y en su drama más grande que la vida, con un escenario cautivadoramente detallado. Sólo que la novela tiene menos agujeros en la trama y es mucho más matizada en su tratamiento de los temas sociales.

Más allá de la persistente homofobia de la pequeña ciudad del Medio Oeste, hay temas como la pobreza, el abandono de los ancianos, la discapacidad y las complicaciones de salud. Moehling demuestra que es posible incluir temas candentes sin convertirlos en el centro de atención: pueden vivir en un segundo plano y motivar a los personajes de forma abierta y sutil, al igual que en la vida real.

Aparecen pequeños detalles que parecen no tener importancia para la historia, lo que da más autenticidad a la novela y mantiene a los lectores adivinando qué hilos se conectan con el misterio general. Porque a veces, esos detalles vuelven a aparecer de forma deliciosamente sorprendente.

Completada con una guía de grupo de lectura y una conversación con la autora, “Y allí la tuvo” es una gran oportunidad para adentrarse en una nueva serie de detectives a ras de suelo. Especialmente si te gusta la idea de la novela policíaca hardboiled pero prefieres tus historias ambientadas en tiempos modernos con ligeros toques de temas sociales actuales. El de Moehling es un sólido debut que promete ser aún mejor en cuanto a tramas, giros y desarrollo de personajes en el futuro.